Ya se nos fue enero. A muchos les da lo mismo porqué ahora la cuesta de principio de año tiene una duración de dos meses y también la segunda fracción de la docena de este 2012 les resultará un fastidio. Otros continuarán preocupados hasta no ver a Marzo en el calendario debido a que le temen al “enero y febrero, desviejadero” y a la muerte rondando por los pasillos de los hospitales y de las habitaciones con aires de monasterio. Otros, como Chelo, el rufián del que les platiqué con quien comparto el mismo número frente a la puerta donde vivo, lo festejan, pues el mes de abstinencia, “el enero, tehuacanero”, ya se despidió y están por darle la bienvenida a las fiestas para conmemorar la promulgación de la Constitución Mexicana y un par más de aciertos del Presidente Carranza. En el caso de los alumnos de la institución donde me armé de valor para dar clases, están contando los días para sepultar a sus vacaciones y vivir un semestre de luto. Y unos pocos, están radiando felicidad por un gran principio del fin del mundo si acaso las predicciones de los mayas no se tratan de puras charlatanerías; Guillermo, mejor conocido como “el Meimas”, es uno de ellos.
En los primeros días del año, a su regreso de Alemania, país de donde es originaria una niña quien, después de mucho cortejarla, le dio entrada, nos sorprendió con una noticia. Esa la llevaba puesta en el dedo índice de su mano izquierda. –¿ Te casas? –No ahora. Es un anillo de promesa, no de compromiso. –¿Y eso qué significa? –Qué queremos estar juntos y que nos amamos –dijo orgulloso de estar enamorado antes de contarnos sus planes de irse a vivir por allá, por allá donde descansa el pequeño poblado haciéndose cancha entre la selva negra de aquel país y donde su suegro disfruta llevarlo a cazar para después cocinar a los venados que fueron sus presas.
Nadie nos lo hubiéramos imaginado, quien pensamos sería el último, resultó, está por ser el primero… Y su historia es la muestra que la vida, como bien dice el buen Johnny Laboriel cuando canta una de sus canciones, es una tómbola.
¡En hora buena Meimas! Sólo, esperemos el mundo no se nos acabe.